Fragmentos del Ser >>> símbolos, indicios, iconos, signos, metáforas, la nada, el todo, el tiempo, el espacio, la existencia.

Volaré oooo

10/26/2008 11:10:00 a. m. / Comments (3) / by H.d.H.

Viajar no es un placer. Menos si se vuela en avión. Tanta burocracia aeronáutica, detectores de metales y explosivos, neurosis para no perderse el vuelo, apretujamientos varios con el ocasional y azaroso compañero de asiento, las turbulencias, los dolores de cabeza y de oídos, todo eso sí o sí deben hacer mal a la cabeza. El personal de abordo --azafatas y azafatos che!-- son el vivo ejemplo de eso: mezcla de dominatrix y camareras, se creen la gran cosa. Te miran como si fueran la autoridad y te obligan a abrocharte el cinturón que, de haber realmente un accidente, seguramente no ta va a ayudar de nada. Volar así visto, más que una hazaña técnica humana se basa en la fe: tenés que creer sí o sí --y si no, convencéte-- que ese conjunto de hierro, clavos y plástico destartalado va a ganar velocidad, elevarse en el aire y no explotar a los cinco minutos de haber despegado.

La danza de la billetera

10/19/2008 12:35:00 p. m. / Comments (0) / by H.d.H.

Sea uno hombre o mujer, la pregunta siempre aflora: ¿dónde poner la billetera, aquella infaltabla compañera de viaje sin la cual uno se siente desnudo, desprotegido, inútil y con los caminos cerrados? Hay personas cuyos cuerpos se amoldaron hace tiempo a este accesorio portadinero. Incluso balancean su andar a partir de la billetera. Si la llevás en el bolsillo derecho (si sos diestro) te inclinás a la derecha, si la llevás en el bolsillo de atrás del pantalón o te aumenta el orto o te aumenta la paranoia nuestra de cada día. Si la tirás en el bolso/cartera nunca la terminás por encontrarla con rapidez. Otros, en cambio, rotamos: llevar la billetera siempre en el mismo lugar, con el celular, el rep de mp3 y la demás parafernalia de gadgets vuelve todo predecible y estático. Mejor rotar, toquetear los bolsillos antes de salir para chequear que no se la ha olvidado e imaginar --sólo imaginar-- cómo sería caminar un día por la ciudad sin su carga y peso.

Tres actos

10/19/2008 02:50:00 a. m. / Comments (1) / by H.d.H.

Todo viaje tiene tres actos: inicio, desarrollo y final. Los límites, desde ya, no están marcados como en una obra de teatro. Sin embargo, se sienten: la fascinación de lo nuevo y desconocido (en sus detalles más mínimos como los nombres irrisorios de los locales), la aclimatación a las condiciones meteorológicas, a su sequedad y a las características del lugar visitado vienen después acompañadas por una meseta, o sea, cuando ya identificás los lugares, las calles, las caras y los acentos. Y recién cuando pensaste que lo tenías todo calado, el fin: la terminal, el colectivo, rehacer el bolso, abandonar la habitación, decir chau mil veces (a las personas, al mar, al aire). Digámoslo: nadie quiere regresar.

No te lo puedo acreditar

10/06/2008 10:00:00 p. m. / Comments (1) / by H.d.H.

¿Qué elementos debe tener una película para ser crudamente mala? Quizás la primera clave para resolver este enigma eterno sea apuntar a la emoción despertada en el espectador. Que se entienda: si una película de terror te hace reír en vez de hundirte en el sillón por el miedo entonces es pésima. A esto se le podría agregar: malos actores --o actores unidimensionales: aquellos que no pudieron sacarse el traje de sus personajes anteriores y repiten con las mismas caras de imbéciles--, tramas que se abren y nunca se cierran, línes de guión innecesarias y en los pasajes incorrectos, lugares comunes, ser predecible, que te haga mirar el reloj para ver cuándo huir del cine o que te empuje a patearte a vos mismo por haber pagado por ver esa basofia que te robó dos horas de tu vida. Bueno, todo lo que se dice acá arriba, en estas líneas que hacen de techo a estas palabras, se aplica a la película The Happening de Mark Walberg o como se escriba. Es un servicio a la comunidad.