Hacker

Con la compu nueva --con internet-- que me pusieron en el trabajo (que ahora se suma a la otra compu, si asi se puede llamar), cumplo mi sueño de sentirme como Carlín Calvo en el Hacker. Tipeeo, muevo el mouse y las puertas se abren. Ah, y los buenos siempre ganan. Por suerte, no veo por acá (estoy escribiendo en ella) a Nahuel Mutti.

H2O

Está bien, es perdonable, pero los chivos de Speedo a lo largo de toda la película son muy evidentes.

¡A la flauta!

Odio

¿Se puede odiar a alguien sin conocerlo? Bueno, tal vez sea esa la definición de prejuicio. Pero pasa: odias a cierta gente con la que trabajás, a personas que te cruzás en los lugares que frecuentas, personas que nunca te hablaron y ni te hicieron nada. Pero el sentimiento, ilógico e incomprensible, sin embargo, está allí. Ves a estas personas y te crispás, le dirigis tu mirada espinosa y tus dardos invisibles cargados de veneno (verde, por supuesto como todo veneno).

Yo me pregunto

¿Se puede saber por qué los señores y señoras diarieros/as se empecinan en poner la infame y excecrable revista "Cabildo" al lado de otras revistas de información general en vez de echarlas al fuego o dárselas a los animales al recibirlas?
Mañana le preguntaré exactamente eso a mi canillita amigo. Hacélo vos también.

¿Qué de qué?

¿Qué quiero? ¿Qué quiere él? ¿Qué quiere ella? ¿Qué quieren las personas con las que trabajás? ¿Qué quiere ese que está ahí, sí, el del frente, que sabe que vos también estás ahí, y nada? ¿Qué quiere de vos tu amigo? ¿Tu novio/a? ¿Y si no sabés? ¿Qué? ¿Qué pasa si no sabés lo que querés, y andás por ahí poniendo cara de que sabés, que la tenés re clara, que lo tuyo no es más que abrir puertas cuando no es así, cuando tu rumbo es incierto, sinuoso, trunco?

Tortura catódica

¿Por qué vemos lo que vemos? ¿Por qué elegimos la tortura siempre al darles una oportunidad a los Corias, a los Ginobilis, a los Nabladian, Gaudios, Leonas, Tigres, Pumas, selección de fútbol? Si sabemos que no están a la par de "los top". No son los número 1 y nunca lo van a ser. Y sin embargo, después de putearlos y jurar que uno nunca va a depositar en ellos una mísera cuota de esperanza, vuelve a verlos, como si nada hubiera pasado antes, como si no nos hubieran decepcionado con sus falsas promesas de gloria. Como si fuesen buenos, como si tuviesen el material genético, el carisma, las ganas de ser campeones.