Construir, Habitar, Pensar

Entrar a una casa ajena es como terminar de delinear la personalidad de una persona. En realidad nunca se termina por conocer completamente a un otro, pero su distribución y elección particular de objetos dice tanto de él/ella como sus propias palabras y acciones. Hay muchos perfiles y muchas formas de habitar (habitar en un sentido heideggeriano, como esencia del ser). Pero tal vez la que más destaque es la del metódico: la de aquellas personas que encuentran en el orden su paz, su armonía. Frente a la mirada caótica de uno, este disponer armonioso de las cosas es tan admirable como envidiable, como si el mantener los objetos en tal grado de sincronía supusiera una facultad inherente que uno carece y al mismo tiempo uno ansía.