Silencio

Hay un momento en el que tenés que callar. Cerrar la boca y abrir los ojos para detectar lo que a los oídos se les escapa. Es un ejercicio que va en contra de los mandatos de esta cultura mediaticocéntrica. A la velocidad hay que suplantarla con la tranquilidad del presente. Lo pequeño, entonces, cobra importancia. Un roce, una mirada fugaz y perdida, un pestañeo, una mueca, un arqueo de una ceja, una oreja que se inclina, un mechón que se contornea. Detalles mínimos que usualmente pasan desapercibidos en un colectivo, en una cena, en el trabajo. Al detectar esas "escenas petit" el mundo se calla y se enciende. Y vos te convertís en lo que siempre quisiste ser: un detective de pequeñeces.

Monólogo porteño

Sin necesidad de prestar atención, uno bien podría armar, cada vez que sale de su casa para ir a su trabajo o para hacer lo que sea, una conversación total a partir de pequeños fragmentos de diálogos con los que uno se choca en su andar. Son entradas fugaces que disparan la imaginación que, insatisfecha con la brevedad, recompone ese minirelato y lo amplía hasta extensiones inverosímiles. Lo que queda, pues, es un macrodiálogo coral, ruidoso y sinsentido: un gran monólogo ciudadano.

Yo veo

* Siete ratas en la estación Villa Ballester de la línea Mitre (cinco "trabajadores" de TBA y dos animalitos correteando por las vías).
* Lo peor que te puede pasar el mismo día que muere un familiar es que te choreen las ojotas en la pileta. Ocurrió.
* Escribís sobre la realidad pero la única realidad que conocés es la silla, el escritorio, el monitor, el teclado y el mouse. ¡Dale F5!
* La gente de sistemas de las empresas (IT crowd como le dicen en una serie) se cree muy importante. Sienten que tienen poder sobre vos, que te dicen qué podés hacer y qué no. Hasta que terminan el día, vuelven a sus casas y se sienten lo que son: nada.
* La mejor salida de tanto caos, aumento de precios (¿hasta cuándo che?), quilombos, represión, soberbia, bestialidad a lo D´elia es calzarse los auriculares, poner el último disco de Sigur ros y apretar play. No hay otra.
* Ni porteño, ni argentino, ni americano. Me declaro ciudadano del mundo. Porque los límites políticos-geográficos, en realidad, son una abstracción, una fantasía humana, ¿no?

Trajes

Las fiestas laborales (esto es, con gente del trabajo) son de por sí bizarras. Una sensación de incomodidad recorre cada uno de tus pasos. Una sensación de extrañeza empuja cada una de tus palabras y mueve cada uno de tus gestos. Será porque ellos, los "compañeros" (qué término escolar!) no son más que extraños. Siempre lo serán, pese a que pases con ellos la mayor parte de las horas de tu vida. Cuando la escenografía laboral se desvanece y cambia por al menos 5 horas por un bar con luces bajas, una barra, tragos y música, cambia todo lo que hasta entonces conocías. Ya no hacés pie. Todo es distinto. Todos son distintos. ¿Y vos? ¿Debés ser distinto? ¿Qué traje tenés que usar: el que te calzás cada vez que entrás a tu trabajo o el que te ponés cuando salís de tu trabajo y vivís tu vida? El traje no es el mismo. Y una fiesta de trabajo es tan incómoda como ponerte dos trajes encima.

Basta

Te cansaste de ser vos, y siempre vos, el que hace doble click en el iconito verde y dice "hola", en un intento --una ficción-- de mantener la relación. Quizás no lo aceptás, te resistís a pensar que ese vínculo se esfumó, cambió, que ya no es como era al no tener un ámbito corpóreo de encuentro. Ahora, el único punto de reunión es el MSN y obviamente, no es lo mismo. Evidentemente del otro lado las cosas son distintas, no hay interés alguno de arrojarte un "hola", un "¿cómo estás?", como si esas tres palabras escondieran detrás de ellas cierto atisbo de amistad. Pero no. Basta. Si es cierto aquello de que las relaciones se hacen y mantienen entre dos, ya no serás vos el que pongas el hombro, el que mantengas el vínculo a flote. Se acabó.

beibi

Odio todas las canciones que contengan la palabra "baby".

Cómo comer gratis

Hay cosas imposibles que son muy posibles. Como comer sin pagar un solo peso: desayuno, almuerzo, merienda. No es muy difícil. Sólo hay que seguir un par de pasos:
1) suscribirse a los mailing list de todos los prenseros habidos y por haber (mejor si es de grandes rrpp, digamos mora y araujo, colombo pashkus, lola silberman o como se escriba, etc).
2) Seleccionar horario y zona. (si hay muchos en el mismo rango horario y en el mismo barrio, mejor).
3) Elegir una ropa ni muy formal ni muy informal (estilo "croto", como el mío).
4) Chequear antes de salir de casa el programa del evento de prensa (congreso, presentación de gadget o aplicación, presentación de libro, conferencia, etc). Los mejores son los de empresas tecnologicas. Ojo; que sea una gran marca no implica que sea un graaan evento.
5) No caer cuando diga "coffee break" o "cocktail". Hacerlo unos minutos después cuando las hordas hambrientas se abalancen a las mesas.
6) Y ahi la entrada: ingresar con cara de persona importante y soberbia, casi enojado por ir. Llevar bolsito y mejor un anotador, birome y si se puede grabador. Si uno quiere hacerla mejor, confeccionar en casa un cartelito con cintita por las dudas. O guardar si alguna vez te dan uno y seguir usandolo.

Sólo hay que saber cuándo y dónde.
Cara rota pero estómago contento.