Trajes

Las fiestas laborales (esto es, con gente del trabajo) son de por sí bizarras. Una sensación de incomodidad recorre cada uno de tus pasos. Una sensación de extrañeza empuja cada una de tus palabras y mueve cada uno de tus gestos. Será porque ellos, los "compañeros" (qué término escolar!) no son más que extraños. Siempre lo serán, pese a que pases con ellos la mayor parte de las horas de tu vida. Cuando la escenografía laboral se desvanece y cambia por al menos 5 horas por un bar con luces bajas, una barra, tragos y música, cambia todo lo que hasta entonces conocías. Ya no hacés pie. Todo es distinto. Todos son distintos. ¿Y vos? ¿Debés ser distinto? ¿Qué traje tenés que usar: el que te calzás cada vez que entrás a tu trabajo o el que te ponés cuando salís de tu trabajo y vivís tu vida? El traje no es el mismo. Y una fiesta de trabajo es tan incómoda como ponerte dos trajes encima.