Fantasía

Estar en silencio en un lugar lleno (o parcialmente lleno) de gente puede conducir, para ciertas personas con sobredosis de fantasía, a maquinar en exceso: frente a un vacío de comunicación, lo más fácil es inventar, suponer, elucubrar, asignándole en cada acto inventivo un estatus de realidad a lo que no es más que un pensamiento. Así al ver a alguien, escuchar algo, uno llena el espacio en blanco y le crea a la otra persona un mundo, con sus personajes y situaciones. De ahí en más la fantasía se mantiene y crece en gestos y expresiones, como si cada individuo fuese un cuento, una historia lista para ser leída.