Fragmentos del Ser >>> símbolos, indicios, iconos, signos, metáforas, la nada, el todo, el tiempo, el espacio, la existencia.

Che vuoi?

6/13/2006 02:25:00 a. m. / Comments (0) / by H.d.H.

Me dijo Zizek un día...

Esta característica sirve como "soporte material" de las fanta-sías sobre el Otro. ¿Qué es entonces la fantasía? Uno siempre debe tener en mente que el deseo "realizado" (escenificado) en la fantasía no es el propio sujeto sino el deseo del otro. Es decir, la fantasía, la formación fantasmática, es una respuesta al enigma de "Che vuoi?", "¿Qué quieres?", que rinde la position constitutiva, lo primordial del sujeto. La pregunta original del deseo no es directamente "¿Qué quiero?" sino "¿Qué quieren otros de mí?, ¿qué ven en mí?, ¿qué soy para los otros?". Un niño pequeño está embebido en una compleja red de relaciones, sirve como un tipo de catalizador y campo de batalla para los deseos de aquellos que están a su alrededor; su padre, madre, hermanos y hermanas, etc. luchan sus batallas en torno a él, la madre mandando un mensaje al padre a través del hijo, etc. Aunque sea consciente de su papel, el niño no puede imaginarse qué clase de objeto es para los demás, cuál es la exacta naturaleza de los juegos que están jugando con él, y la fantasía provee una respuesta a este enigma -en lo más fundamental, la fantasía me dice qué soy yo para los otros. Es de nuevo el anti-semitismo, la paranoia antisemita, lo que representa visiblemente de una forma ejemplar este carácter radicalmente intersubjective de la fantasía: la fantasía (la fantasía social de la conspiración judía) es un intento de dar una respuesta a "¿Qué quiere la sociedad del hombre?", por ejemplo, para desenterrar el significado de los eventos dudosos en los que estoy obligado a participar. Por esta razón, la teoría común de la "proyección", de acuerdo a la cual el anti-semita "proyecta" en la figura del judío la parte negada de sí mismo, no es suficiente: la figura del "judío conceptual" no puede ser reducida a la externalización de "mi conflicto interior" (anti-semitismo); por el contrario, atestigua (y trata de habérselas con) el hecho de que estoy originalmente descentrado, parte de una opaca red cuyo sentido y lógica elude mi control.

Aquí el punto crucial es que la fantasía no disimula la rea-lidad: la fantasía más bien sirve como una malla que nos permite confrontar lo real -como tal, la fantasía está en el lado de la realidad, garantiza la distancia entre la realidad (simbólicamente estructurada) y lo real aterrador. El nombre freudiano más importante para este real es "death drive" (el impulso de muerte). Para Freud, este impulso de muerte no es solamente una formación reactiva decadente -una autonegación secundaria del Deseo de Poder originalmente agresivo, la debilidad del Deseo, su escape de la vida, disfrazada de heroísmo-, sino la posibilidad más íntima y radical de un ser humano. Tomemos el caso de Wagner. Cuando uno dice "impulso de muerte y Wagner", la primera asociación, por supuesto, es Schopenhauer, la principal referencia de Wagner que concierne a la cualidad de redención del anhelo de muerte. Nuestra tesis, sin embargo, es que la forma en que efectivamente funciona el anhelo de muerte dentro del universo de Wagner, está más cerca a la noción freudiana del "impulso de muerte". El impulso de muerte no debe ser confundido con el "principio del Nirvana", la pugna por escapar al ciclo de la vida de generación y corrupción y de alcanzar el equilibrio último, la liberación de las tensiones: lo que el impulso de muerte se esfuerza por aniquilar no es el ciclo biológico de generación y corrupción, sino más bien el orden simbólico, el orden del pacto simbólico que regula el intercambio social y sostiene deudas, honores, obligaciones. De esta manera, el impulso de muerte es concebido frente al fondo de la oposición entre "Día" y "Noche" como es formulado en Tristán: la oposición entre la vida social "diaria" de obligaciones simbólicas, honores, contratos, deudas, y su anverso "nocturno", una pasión inmortal, indestructible, que amenaza disolver esta red de obligaciones simbólicas. Uno debe tener en mente cuán sensitivo era Wagner a la frontera que separa el reino de lo simbólico de lo que es excluido de éste: la pasión mortífera se define contra el universo público de obligaciones simbólicas de todos los días. En esto reside el efecto de la poción de amor en Tristán: es en su capacidad de su "trago de la muerte" donde actúa como el "trago del amor" -los dos amante lo confunden con el trago de la muerte y, pensando que ahora están al margen de la muerte, liberados de las obligaciones sociales ordinarias, se sienten libres para reconocer su pasión. Esta pasión inmortal no equivale a la vida biológica más allá del universo socio-simbólico: en él, la pasión carnal y la espiritualidad pura paradójicamente coinciden, por ejemplo, nosotros estamos tratando con una clase de "desnaturalización" del instinto natural que lo infla en una pasión inmortal elevada al nivel del Absoluto, de manera que, nunca, ningún objeto real puede satisfacerlo completamente.

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