Susurros

Dentro de las incontables categorías de personas que inmortalizó esa especie de biblia posmoderna que es la serie televisiva Seinfeld ("es" porque pese a que ya no hay nuevos capítulos, sigue rompiendo los moldes), está la del "low talker" o para esbozar una traducción algo desprolija, "el hablador bajo" o "susurrante". Es sábado, son casi las 8 de la noche y me introduje en esa especie de universos paralelos que son los ciber. Y ahí está él: el mismo y parco de emociones encargado del local. Pido una máquina. Él dice algo (veo que abre la boca) pero no lo escucho. "¿Qué dijiste?", le increpó, haciendo el máximo esfuerzo por ser educado y no salirme --como suelo hacerlo-- de mis casillas. El responde. Y yo, nada. Suelo escuchar bastante bien, pero no hay caso. Intento leer los labios. Y nada. "¿Qué?", digo nuevamente. Y nada otra vez. Me resigno y veo el papelito de la máquina que me asignó. "¿Qué hacer en estas situaciones?", me pregunto al tiempo que justamente escribo esto.