Ida y vuelta

La distancia y la geografía son idénticas. Pero el camino de ida y el camino de vuelta son completamente distintos. El primero está signado por una espera, un ansia: uno va al encuentro de algo/alguien. No hay certezas y por lo general uno va envalentonado, entonado, predispuesto. En cambio, el camino de regreso, el retorno, está movido por una urgencia: llegar lo más rápido posible al kilómetro cero personal. La percepción de las cosas que se interponen como obstáculos visuales se distorsiona, como la gravedad de un objeto titánico curva el espacio-tiempo. Desde ya, las caras se desfiguran, se contorsionan y de la sonrisa pasan al hastío, al expresionismo vacío de un gesto ciego.