Ayer nomás

Hace unos días en esas conversaciones inútiles (que, al fin y al cabo, son las más productuivas y placenteras, razón por la cuál habría que tener siempre este tipo de conversaciones) con un amigo incursionamos en una especie de torbellino televisivo temporal: de repente, de la nada, como surgen las buenas ideas, empezamos a enumerar dibujitos clásicos (léase principios de los ochenta, fines de setenta) que marcaban en nuestra idílica infancia la vuelta diaria a casa. Mazinger z , Robotech, Gobots, Transformers (cuántos robots!!!), Astroboy, El inspector gadget, Meteoro, y por supuesto todos sus elencos: el primer ¿hermafrodita? de la televisión infantil: el baron Ashler, los misiles mamarios de Afrodita, los mastodontes robots de los transformers (el robot grabador, el robot montañarusa, el robot que se yo, panquequera).
Ahora tengo el cerebro un poco quemado y no me acuerdo de todo ese universo televisivo (que, como concluimos, ni a palos se puede comparar con el actual). Pero lo que sí me acuerdo es del racimo de asociaciones que me disparó: el miquimoco, de carozo y narizota, goma goma, las travesía en pontevedra durante la colonia de verano de Ferro, mi miedo a meterme a la pileta, el olor al Tatami, los baños sin inodoros (en la colonia de Ferro). No idealizo esa época, pero tampoco la olvido.