Bloguear

Bloguear (léase: el acto de saltar de un blog a otro) puede ser una actividad infinita, adictiva, diríase. Es que al entrar a un blog no sólo se ingresa a la vidriera de una personalidad, un modo de ver el mundo, sino que también abre la puerta a un salto en cadena. Al fin y al cabo, ver los blogs recomendados por otros bloggers hace que uno clickee y entre a esos blogs para luego entrar a otros blogss... y así. Al explotar el modo de ser "vincular" de internet, su forma rizomática, estas conexiones se vuelven axones que conoctan a neuronas (los blogs). En el caso del cerebro humano estas conexiones se cuentan en los miles y miles de millones, en internet seguro que es bastante menos, pero sigue siendo bastante.
Aún así, estos saltos tal vez ahonden la visita fugaz a un sitio, la generalización (leer algo aburrido y pensar que quien lo escribe es aburrido/a).
Pero lo peor de los blogs no es eso: si el blog es alimentado diariamante con datos ultra subjetivos, uno tiene la mala idea de que concoe a tal persona. Pero eso no es así: uno tiene la sensación de familiaridad cuando el/la que escribe sigue siendo tan enigmático como el vecino que vive al lado hace 26 años y del cual ni sabés su nombre.