El bien y el mal

Lo bueno de los tanques hollywoodenses como El señor de los anillos, Superman, Batman, Hombre araña, Dia de la independencia (y una larga lista de etcéteras que no viene al caso) es que la distinción bien/mal siempre es clara, nítida, como trazada con un marcador indeleble y con trazo firme. Aquellos que se atreven a enfrentar y vivir la realidad saben, sin embargo, que tal nitidez se pierde, no es tal, no existe. Hay, aún así, momentos clave, aquellos episodios (con héroes, enemigos y circunstancias heroicas propias) que recrean esa disputa eterna. Uno de tantos ellos se da siempre, pero siempre, a la hora de ingresar a x lugar. A una fiesta, a un recital, a un partido de fútbol. El colarse se volvió deporte nacional, así de sencillo. Hete aquí mi axioma: yo no me colo. No. Ahí planto bandera señores. Es el momento cumbre en el que elegís para qué lado jugás: el de los que hacen las cosas bien o el de los "vivillos", el del pícaro argentino. Ya me acostumbré a contener la rabia, a mirar fijo --con ojos de furia que proyectan dardos ofídicos y transportan cierta cuota de lástima ajena-- a aquellos que se creen lo más colándose "por que se puede"....
(parte visible del iceberg, mi rabia)