Ver y ser visto

Después de hablar el domingo con FPS, sí, creo que fue el domingo, me quedé pensando en algo que se tocó en la conversación: el por qué de los blogs. No, no voy a hacer un análisis de toda la blogósfera y de las razones narcisitas de sus integrantes para mostrar a desconocidos su vida; eso se lo dejo a mi colega G. Piro que bien lo hace.
A decir verdad, me quedé pensando más bien en la cuota proporcionada que me imagino que cada persona tiene de exhibicionismo/voyeurismo. No me refiero solo a esta especie de vidriera de la personalidad hecha con bits, pixeles, iconos y millones de fotones en danza. Lo veo en la realidad verdadera (a esta altura esta combinación de palabras no es nada redundante sino más bien aclaratoria): en la calle, en el colectivo, en el supermercado, en el trabajo, en los ascensores, en las playas, en los boliches. En estos últimos lugares esa doble faceta del carácter humano está más que presente. Uno ve y quiere ser visto. Es una manera de reclamar existencia. Si, si, todo el chamuyo lacaniano de la mirada especular y eso. Mucho palabrerio y grafos inentendibles, pero es así. Lacan tenía la posta.
Las miradas vuelan buscando un blanco de impacto: otra mirada que haga que el observador se vuelva en un milisegundo observado.
Lo que pase de ahi en más es otra historia.